Pese a que el Gobierno federal destina más de 100 mil millones de pesos en becas para estudiantes, el abandono escolar persiste: casi un millón de alumnos dejó la escuela en el ciclo 2024-2025. Aunque dos de cada diez estudiantes recibieron apoyos de las Becas del Bienestar, no hay evidencia de que estos programas estén evitando la deserción.

De acuerdo con especialistas en educación consultados por medios nacionales, la problemática radica en la ausencia de políticas públicas que atiendan de manera integral las causas del abandono, lo que a mediano y largo plazo limita las oportunidades de desarrollo económico y social de quienes dejan las aulas.

Deserción escolar multifactorial

Patricia Ganem, investigadora de Educación con Rumbo, señala que el abandono escolar no se explica únicamente por la falta de dinero. “El aburrimiento, la desmotivación, la reprobación o el que los estudiantes no encuentren en la escuela un espacio para desarrollar el perfil profesional que esperan son factores que influyen”, afirma.

A ello se suman embarazos y uniones tempranas, así como los efectos de la pandemia, que dejó a miles de jóvenes fuera de las aulas sin que existieran programas efectivos para su reincorporación, apunta Juan Martín Pérez, de la red Tejiendo Infancias en América Latina y el Caribe.

El especialista destaca que la necesidad económica sigue siendo el factor más recurrente: “Aunque la educación sea gratuita, el transporte, los útiles escolares y las necesidades del hogar cuestan. Los adolescentes intentan trabajar y estudiar, pero terminan desertando. Con 800 pesos mensuales que da una beca, no alcanza para cubrir lo básico”.

Pérez advierte que la falta de políticas públicas de fondo expone a los jóvenes a riesgos como el trabajo infantil, los embarazos tempranos, el consumo de sustancias o el reclutamiento por grupos delictivos.

Reducción en la cobertura de becas

Un análisis del Instituto de Estudios sobre Desigualdad (Indesig), con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), revela que entre 2022 y 2024 la cobertura de las becas Benito Juárez en educación básica y media superior disminuyó 6.7 por ciento.

Los estados más afectados fueron Chiapas (-16.1%), Oaxaca (-15.1%), Puebla (-13.7%) y Guerrero (-13.3%). En contraste, entidades como Jalisco (-2.9%), Baja California (-1.3%) y Sonora (-2.7%) registraron caídas menores.

Máximo Ernesto Jaramillo, investigador del Indesig, explica que la reducción afectó a todos los estratos económicos, pero golpeó con mayor fuerza a los hogares pobres, donde el apoyo tenía mayor peso. “El diseño y la estrategia de distribución se basaron en las escuelas y no en una búsqueda territorial, lo que dificultó llegar a quienes más lo necesitaban”, expone.

Jaramillo enfatiza que, pese al aumento en el presupuesto de programas sociales, las Becas Benito Juárez no están diseñadas para dar seguimiento a la deserción escolar, sino para incrementar el ingreso de los hogares más pobres. “Los más vulnerables están quedando fuera”, advierte.

Llamado a replantear la estrategia

El Indesig recomienda fortalecer programas con baja cobertura y reestructurar la Beca Rita Cetina, impulsada por la administración de Claudia Sheinbaum, tomando en cuenta las deficiencias del modelo actual.

“Más allá de la inversión, se requiere un diseño con base en evidencia para garantizar que los apoyos lleguen a los hogares más pobres y que efectivamente contribuyan a que los estudiantes permanezcan en la escuela”, concluye Jaramillo.