Ser madre en México no sólo representa una doble jornada laboral, también implica enfrentar una profunda desigualdad salarial y obstáculos estructurales para acceder al mercado laboral

Datos del INEGI revelan que entre más hijos tiene una mujer trabajadora, menores son los ingresos que recibe, una situación influida por el tiempo que dedican a tareas de crianza y cuidados del hogar.

A ello se suma la discriminación laboral que enfrentan muchas madres. “Ser madre es percibido culturalmente como una barrera de productividad por quienes contratan”, agrega la especialista. Esta percepción limita su crecimiento profesional y las empuja hacia empleos mal remunerados o informales.

El trabajo no remunerado —que incluye el cuidado de hijos, personas enfermas y adultos mayores— recae principalmente sobre las mujeres: 2 mil 207 millones de horas al año dedican a estas tareas, frente a 802 millones que destinan los hombres. Solo el 45% de las mujeres mayores de 15 años participa en el mercado laboral.

En un intento por revertir esta situación, el Gobierno federal anunció la creación de un Sistema Nacional de Cuidados. Sin embargo, Los especialistas advierten que se requiere una red más robusta que incluya guarderías y casas de cuidado accesibles para que las mujeres puedan trabajar sin desatender sus responsabilidades familiares.

Otro desafío importante es la informalidad. Aunque se asocia con el ambulantaje o los tianguis, muchas personas en esta condición trabajan en empresas formales o instituciones públicas.

En octubre de 2024, el 55.2% de las mujeres lo hacían desde la informalidad, frente al 53.4% de los hombres. Sin seguridad social ni prestaciones, quedan fuera de servicios clave como guarderías o atención médica.