La llamada “austeridad republicana”, bandera política de Morena y de la llamada Cuarta Transformación, atraviesa una crisis de credibilidad. Mientras el discurso oficial insiste en la moderación de gastos y la ruptura con los excesos del pasado, los escándalos que envuelven a figuras centrales del partido muestran una cara opuesta: viajes de lujo, patrimonios difícilmente justificables y un Congreso convertido en escenario de distracción política.
En el centro de estas controversias están Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, hijo del expresidente y secretario de Organización de Morena; Mario Delgado Carrillo, actual titular de la SEP y exdirigente nacional del partido; y el propio Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, cuyo reciente zafarrancho con Alejandro “Alito” Moreno ha sido interpretado como una cortina de humo que desplazó el debate sobre los verdaderos escándalos financieros.

Noroña y el espectáculo legislativo
El propio Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, no he escapado a los señalamientos de opulencia. Reportajes periodísticos revelaron que el legislador adquirió una residencia valuada en 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos, un inmueble con características de lujo que contrasta con su imagen de luchador social y su cercanía con las banderas de la “austeridad republicana”. Aunque Noroña ha asegurado que la propiedad está siendo pagada a través de un crédito, el cual está pagando con recursos propios y fruto de su trayectoria política, las dudas persisten, pues su patrimonio declarado y sus ingresos como servidor público no alcanzan a justificar de manera clara la magnitud de la adquisición.
En medio de estos señalamientos, la atención mediática cambió de foco el 27 de agosto, cuando en el Senado estalló una riña entre Noroña y el priista Alejandro “Alito” Moreno. El enfrentamiento, que incluyó empujones y acusaciones cruzadas, acaparó titulares y saturó la agenda pública, relegando a un segundo plano las revelaciones sobre los los derroches de figuras clave de la 4T.

Andy López Beltrán y el viaje a Tokio
Aunque no ocupa un cargo de elección popular, Andy López Beltrán ejerce un poder considerable dentro de Morena.
Sin embargo, su influencia se ha visto acompañada de un halo de opacidad. Reportajes periodísticos revelaron que al menos 96 viajes partidistas no han sido transparentados en la Plataforma Nacional de Transparencia, lo que abre la duda sobre sus fuentes de financiamiento.
La polémica estalló tras la revelación de su visita a Tokio, Japón, donde junto con el diputado Daniel Asaf gastó más de 177 mil pesos en una semana, con noches de hotel de hasta 7 mil 500 pesos, cenas que superaron los 48 mil y servicios de spa y minibar incluidos. El episodio contrastó con la “justa medianía” defendida durante años por la familia López Obrador.
La defensa de López Beltrán fue la misma que en otros casos que han salpicado a su círculo cercano: acusar a la prensa de campañas de linchamiento político y sostener que los recursos provinieron de fuentes privadas, nunca de dinero público.

Mario Delgado y el “error” millonario
En paralelo, Mario Delgado enfrenta su propio expediente. El exdirigente de Morena y hoy secretario de Educación Pública fue exhibido tras declarar un departamento en el complejo Reforma 222 con un valor de 1.5 millones de pesos, cuando su precio real superaba los 15 millones. El funcionario lo atribuyó a un “error de captura”, una explicación ampliamente cuestionada por su inverosimilitud.
Además, investigaciones periodísticas mostraron movimientos financieros poco claros, como la liquidación exprés de una hipoteca millonaria en apenas un mes, lo que especialistas han calificado como una práctica común en operaciones de lavado de dinero. En conjunto, sus propiedades suman más de 17 millones de pesos, una cifra difícil de conciliar con sus ingresos oficiales.

El lujo de “Dato Protegido” y su esposo morenista
La bandera de la austeridad también se ve comprometida con el caso de la diputada federal del PT, Diana Karina Barreras, conocida como “Dato Protegido” tras un polémico fallo del Tribunal Electoral, y su esposo, el morenista Sergio Gutiérrez Luna, expresidente de la Cámara de Diputados. Ambos han sido señalados por ostentar un estilo de vida de alto lujo difícil de conciliar con sus ingresos como servidores públicos.
El periodista Jorge García Orozco, de EMEEQUIS, documentó en redes sociales un catálogo de accesorios y prendas de diseñador que suman más de 4.5 millones de pesos, entre relojes, joyas y ropa de marcas como Cartier, Louis Vuitton, Fendi, Gucci y Christian Louboutin. Entre las piezas más llamativas se encuentran un collar Cartier Love con diamantes de 115 mil pesos, un reloj Hublot Big Bang de 377 mil pesos, una bolsa Prada de 100 mil pesos y unos zapatos Louboutin de 16 mil pesos.
Además de su vestimenta, la pareja ha sido captada en eventos exclusivos, como una fiesta VIP de la Fórmula 1, donde el acceso alcanzó los 8,500 dólares por persona (aproximadamente 170 mil pesos). Solo su entrada a dicho evento equivaldría a más del doble del salario mensual de la legisladora, estimado en 79 mil pesos, según la Plataforma Nacional de Transparencia.

Un discurso en entredicho
Los casos de Noroña, Andy López Beltrán, Mario Delgado y Dato Protegido reflejan un patrón: la distancia entre el discurso de austeridad y las prácticas privadas de la élite morenista. En ambos, la falta de transparencia y la defensa basada en la descalificación a la prensa replican las prácticas que Morena prometió erradicar.
El “teatro” en el Senado, ya sea espontáneo o calculado, funcionó como una eficaz cortina de humo que permitió al partido en el poder desviar la atención de los cuestionamientos financieros de sus líderes.
En este contexto, el reto para Morena es mayor que nunca: demostrar que la “Cuarta Transformación” no es solo un eslogan político, sino un proyecto capaz de sostenerse con congruencia, transparencia y rendición de cuentas.