Editor Proyecto
enero 22, 2025
Humberto Trujillo Jiménez*
Ha pasado un mes desde que el Gobierno Municipal de Guadalajara asumió la prestación del servicio de manejos de residuos, y hoy por hoy, podemos observar que tomamos las decisiones correctas y que se contuvo lo que pudo ser una potencial crisis en la ciudad. Desde el día uno del gobierno de la primera Presidenta electa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, se vislumbraba un reto que se respiraba (literal), en la perla tapatía: “la basura”. En diciembre, previo a las festividades, concluía una concesión al servicio de recolección de basura de más de 30 años. Frente a ello, como lo planteó la Presidenta, había dos escenarios: renovar el contrato ante una empresa que fallaba continuamente o recuperar las riendas del servicio de limpieza en Guadalajara.
La Presidenta tomó la decisión correcta y se generó un plan para abordar el problema de manera integral. Además, desde el Cabildo dimos los primeros pasos: no renovamos la concesión a la empresa que le fallaba a las y los tapatíos y el 17 de diciembre aprobamos, en el Pleno del Ayuntamiento, la creación de un Organismo Público para limpiar a Guadalajara, buscando que el municipio se hiciera cargo del servicio de limpieza en la ciudad con lo que eso implica, desde cuidar a las y los trabajadores de limpieza hasta contar con los camiones necesarios para dar un servicio de primera calidad.
Pero, no sólo eso, desde el Gobierno de Guadalajara comprendimos que era necesario cambiar la manera en la que concebimos este servicio, por ello también emprendimos un camino para abrir el diálogo y promover que limpiar Guadalajara sea un asunto de corresponsabilidad entre personas de la ciudadanía y el gobierno. Además como Regidor, propuse una iniciativa en la que comenzamos una ruta de trabaj para socializar las diferentes sanciones y repercusiones que tiene ensuciar nuestra ciudad y, sobre todo, para fortalecer un modelo de justicia cívica que priorice el servicio comunitario como sanción.
Esto puede sonar muy sencillo al contar la historia; sin embargo, vale la pena aprovechar este espacio para reflexionar brevemente sobre tres puntos que considero profundos y fundamentales: primero, el servicio de recolección de residuos urbanos como política pública y sus vertientes en las grandes ciudades; segundo, profundizar en los ejes del plan de la Presidenta para mantener limpia a la ciudad; y tercero, en los retos y siguientes pasos que las y los ciudadanos tenemos que dar para tener limpia a Guadalajara.
Distintas agencias internacionales coinciden en que uno de los problemas comunes y más importantes para las grandes ciudades, es medioambiental y está fuertemente relacionado con la forma en la que se generan y manejan los residuos sólidos urbanos, lo que obliga a que las ciudades tengan que tener mayores capacidades de resiliencia, o bien, de adaptación a las circunstancias frente a las distintas crisis que se puedan suscitar. Además, con la pandemia por COVID-19 se acentuó de manera exponencial la generación de residuos en domicilios.
Guadalajara es una ciudad que no está exenta de esta situación, ya que en la ciudad se generan aproximadamente 1,850 toneladas de residuos al día. La situación se agrava, si consideramos que en comparación con 10 años atrás, hoy en el municipio viven menos personas, pero se genera más basura y para dar cuenta de ello basta con hacer una pequeña reflexión y observar que durante los últimos años se ha vuelto mucho más frecuente que en nuestras casas o de las personas que nos rodean, se pida comida a través de servicios de plataforma.
En ese sentido, para atender la situación de la recolección y tratamiento de la basura en la Perla Tapatía y poder tener limpia a Guadalajara: desde el Gobierno se diseñó y tomó acción por un plan que consiste en ocho pasos: primero, pusimos fin a la concesión; segundo, equipamos a la ciudad con 160 camiones nuevos; tercero, se contrató al personal necesario, a través de la contratación de las personas que trabajaban en CAABSA en un esquema que respetaba su antigüedad y otros derechos laborales; cuarto, que el gobierno tomara el control de la operación, por lo que desde el Cabildo aprobamos la creación del OPD GDLimpia; quinto, comenzar desde el día 1 la recolección en casa; sexto, pasar de un modelo de recolección de basura a uno de gestión integral de residuos; séptimo, fortalecer y aprovechar los mecanismos con los que ya cuenta la ciudad, como los puntos limpios; y octavo, fomentar corresponsabilidad en la ciudad.
Personalmente me gustaría destacar que este planteamiento y las decisiones tomadas fueron muy estructuradas y alineadas a los instrumentos internacionales en la materia, me explico. La Nueva Agenda Urbana de ONU-Hábitat, que es la guía para el desarrollo de políticas y acciones urbanas sostenibles más vigente e importante en el mundo, señala que en materia de políticas relacionadas con los desechos sólidos se deben mantener tres principios: la gestión requiere una capacidad y un andamiaje institucional fuerte, se debe incluir a las personas trabajadoras de residuos en las políticas y se debe crear conciencia sobre la forma en la que todas las personas generamos y nos relacionamos con los residuos sólidos. Principios que, a todas luces, se siguen cabalmente dentro del planteamiento y las acciones de la Presidenta.
Y, lo que me parece más importante de toda la estrategia y está completamente alineado al principio de corresponsabilidad, es el cambio de paradigma en la prestación del servicio, en dos vías. La primera, el cambio cultural y de lenguaje que plantea la titular del ejecutivo y la segunda, el diálogo abierto que tiene como eje la corresponsabilidad que tiene esta propuesta.
Cuenta la Presidenta, Verónica Delgadillo, que en una reunión con personas trabajadoras de la limpieza, alguien tuvo una intervención en donde reflexionó respecto a porqué social y comúnmente se referían a ellos como “los de la basura”, si eran las personas que desempeñaban este oficio quienes la limpiaban.
Si todas las personas dijéramos “¡Ahí vienen los de la limpieza!” al escuchar su tradicional cencerro, ¿creen que algo cambiaría en términos sociales y culturales? Yo creo que sí y creo, además, que es la forma más importante en la que todas y todos los tapatíos podríamos contribuir a esta estrategia: replantear la forma en la que nos relacionamos con los residuos sólidos y con las personas que los recolectan.
Y la segunda vía para cambiar el paradigma de cómo nos relacionamos con los residuos, y uno de los retos principales, es abrir y tener un diálogo con las y los ciudadanos para que tener y conservar limpia la ciudad sea un trabajo de todos y todas. Aunque es un camino difícil, hemos dado pasos muy sólidos: como Regidor presenté una iniciativa para hacer mesas de trabajo con personas expertas y procesos de socialización, con componentes de pedagogía política, para impactar en este cambio de paradigma.
En síntesis, aunque el reto de construir un modelo de gestión de residuos apenas comienza y requiere enfrentar con decisión problemas tan complejos, a un mes del inicio de este cambio histórico, podemos afirmar que hemos dado un gran paso hacia una Guadalajara más limpia, más justa y más consciente.
Este logro nos invita a repensar cómo entendemos nuestra ciudad y a cómo seguimos abrazando la corresponsabilidad como un valor fundamental, porque el cambio no solo se refleja en calles más limpias, sino también en una sociedad que valora, respeta y dignifica el trabajo de quienes la hacen posible. Una Guadalajara sostenible y más limpia no es solamente un objetivo, es una responsabilidad compartida.
*Regidor de Guadalajara.