La capital sinaloense cumple un año bajo fuego tras el estallido de la disputa entre las facciones del Cártel de Sinaloa, un conflicto que ha dejado una estela de muerte y miedo. De acuerdo con un reportaje realizado por el medio Animal Político, de septiembre de 2024 a septiembre de 2025 se registraron 2 mil 11 homicidios, además de 115 presuntos delincuentes abatidos y 48 agentes de seguridad asesinados.

La escalada de violencia se refleja en las cifras oficiales: en el primer semestre de este año hubo 883 asesinatos, cuatro veces más que en el mismo periodo del año anterior. A ello se suman más de 7 mil denuncias por robo de vehículos, ataques a hospitales y comercios, y miles de familias que han optado por replegarse en sus casas al amanecer y al caer la noche para evitar convertirse en víctimas colaterales.

El detonante de la guerra fue la captura de Ismael “El Mayo” Zambada en julio de 2024, presuntamente tras ser entregado por Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Desde entonces, la pugna entre “chapitos” y “mayitos” ha convertido a Culiacán en un campo de batalla donde lo mismo aparecen cuerpos en túneles y avenidas principales que mensajes propagandísticos en mantas colgadas en puentes.

Aunque el gobernador Rubén Rocha Moya asegura que 6 mil elementos federales patrullan el estado, habitantes advierten que la presencia de militares y retenes no se traduce en seguridad. La Unión de Comerciantes de Culiacán estima pérdidas por 70 mil millones de pesos en el último año debido a cierres de negocios, robos y desplazamientos.

Ante este panorama, colectivos ciudadanos como Sabuesos Guerreras han encabezado movilizaciones. El pasado 7 de septiembre, miles de personas vestidos de blanco marcharon en la capital sinaloense y encendieron tres mil veladoras en memoria de los desaparecidos. “Estamos cansados, queremos paz”, fue el clamor que resonó en la explanada del Palacio de Gobierno.

El impacto en la economía

La violencia ha golpeado de lleno a la economía local: la Unión de Comerciantes de Culiacán calcula pérdidas por 70 mil millones de pesos en el último año, derivadas del cierre de negocios, saqueos y la huida de consumidores ante la inseguridad.

Los sectores más afectados son el comercio minorista y el transporte, pues miles de familias optan por resguardarse temprano en sus hogares, reduciendo la vida nocturna y el flujo de clientes en restaurantes, bares y mercados.

En lo social, la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa ha provocado migración interna forzada y una ruptura en la vida comunitaria. Colonias enteras han quedado semivacías por temor a enfrentamientos, mientras que escuelas y hospitales han tenido que suspender actividades tras ataques armados.

En este escenario, colectivos ciudadanos denuncian un “desgaste invisible” en la población: ansiedad, duelos sin resolver y un tejido social marcado por la desconfianza y el silencio.