La incertidumbre jurídica y los cambios legislativos en materia energética están cobrando factura. Por primera vez en 13 años, la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector de extracción de petróleo y gas registró un saldo negativo, según datos oficiales de la Secretaría de Economía. Entre enero y marzo de este año, el país acumuló una salida neta de 83 millones de dólares en ese rubro.
El fenómeno también se refleja en el segmento de suministro de gas natural por ductos, donde hubo una desinversión adicional de seis millones de dólares, que se suma a un retiro paulatino de capitales observado desde 2022.
Un entorno poco claro, a pesar de las reformas
Analistas en temas energéticos, como Rosanety Barrios, consultados por medios nacionales han señalado que esta salida de capitales se explica por un entorno que sigue siendo poco claro y poco atractivo para los inversionistas.
“Desde el 1 de diciembre de 2018 la puerta se cerró para la inversión privada en energía y continúa cerrada, aunque hubo una modificación constitucional en octubre pasado y siguió la emisión de las leyes en marzo de este año”, explicó.
Barrios subraya que, pese a estos cambios normativos, la falta de reglas claras impide la reactivación de la inversión privada en el sector energético.
“No ha entrado ni un peso porque faltan las reglas. Para todo efecto práctico, la puerta sigue cerrada. Como no han salido las reglas, nadie puede decir ‘yo le entro’”, recalcó.
Producción a la baja por un panorama incierto
La falta de inversión también se refleja en la producción. De acuerdo con cifras de Petróleos Mexicanos (Pemex), la extracción de gas natural en el país se ubicó en 4.4 mil millones de pies cúbicos diarios entre enero y abril de este año, lo que representa el segundo año consecutivo de descenso.
En cuanto al petróleo, la producción nacional fue de 1.6 millones de barriles diarios en el mismo periodo, por debajo de los 1.8 millones establecidos como meta por la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Además, la Agencia Internacional de Energía (AIE) proyecta una caída sostenida en la producción de crudo mexicano a lo largo del sexenio. De mantenerse la tendencia actual, el país llegaría a 1.3 millones de barriles diarios en 2030, una cifra que pondría en entredicho la viabilidad energética y presupuestal de la nación.
La expectativa de que las reformas energéticas aprobadas en meses recientes puedan abrir el sector a nuevas inversiones permanece en suspenso. Mientras no se publiquen los reglamentos y lineamientos que permitan operar bajo las nuevas condiciones, los inversionistas prefieren mantenerse al margen o retirar sus recursos.
México, que en la última década apostó por una política energética centrada en el control estatal, enfrenta ahora el reto de compatibilizar soberanía energética con dinamismo económico. Y, por lo pronto, los números reflejan un freno significativo en la confianza del capital extranjero.