A once años del mayor desastre ambiental en la historia reciente de Sonora, las aguas del Río Sonora siguen contaminadas… y la justicia sigue sin llegar. Aquel 6 de agosto de 2014, un derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre procedente de la mina Buenavista del Cobre, subsidiaria de Grupo México, cambió para siempre la vida de las comunidades ribereñas.

Hoy, esas mismas comunidades recuerdan a una de sus voces más firmes: Martha Patricia Velarde Ortega, maestra, activista y defensora del medio ambiente, quien murió el 15 de febrero de 2025 en Baviácora, Sonora, tras padecer graves afectaciones de salud derivadas de su exposición a metales pesados. Tenía 66 años.

Paty lo sabía todo”, dice Francisca, compañera en los Comités de Cuenca Río Sonora, organización que Velarde ayudó a fortalecer. Y no lo dice como un cumplido: Patricia era litigante, autodidacta, activista, lectora incansable y guía para muchos en el intrincado camino legal para exigir reparación de daños tras el derrame.

Patricia Velarde no solo luchó por el río. También fue una mujer sensible, apasionada del baile, amaba la bachata y la cumbia, amante de los gatos y de las series coreanas. Tocaba el piano, la guitarra, cantaba, hablaba inglés y disfrutaba invitar café y pan a quien se cruzara por su casa. Tenía una vitrina llena de figuras de Tetris y un carácter tan fuerte como generoso.

Si no como yo, no importa, pero mis gatos tienen que comer”, recuerda Francisca entre risas. “Fue una mujer que nos enseñó a compartir el conocimiento, a no quedarnos con nada, a seguir aprendiendo sin importar la edad”.

Una vida marcada por la tragedia

Velarde, nacida en Hermosillo en 1958, se instaló en Baviácora más de tres décadas atrás, junto con su esposo José Luis. Fue madre de dos hijos; uno de ellos falleció joven a causa de leucemia. A partir del derrame, su salud comenzó a deteriorarse. Las pruebas clínicas revelaron niveles crecientes de metales pesados en su sangre y orina, según testimonios de sus compañeros.

El agricultor José Manuel, también integrante de los Comités, relata cómo su familia, como tantas otras, resultó contaminada. “Mi esposa, mi hijo y yo salimos positivos en los análisis de metales”, señala. Conoció a Paty primero como maestra, luego como activista. “Ella no le tenía miedo a nada ni a nadie. Fue de las personas más inteligentes que he conocido”.

El legado de Velarde es inseparable de la lucha por la reparación del daño en el Río Sonora y Bacanuchi. Su activismo fue permanente: exigió atención médica, agua limpia, análisis de salud y justicia ambiental para todos los afectados.

Murió sin ver justicia, pero no sin dejar un camino”, afirma Francisca. “Nos enseñó que si no defiendes el medio ambiente, lo pierdes, y con él, lo pierdes todo”.

A finales de 2024, la nueva administración de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), encabezada por Alicia Bárcena Ibarra, retomó contacto con los Comités de Cuenca. Sostuvieron videollamadas y realizaron una visita presencial al río. Pero para muchos, el proceso comienza desde cero.

Con la ausencia de Paty, la deuda ambiental —y moral— persiste. Sus compañeros aseguran que seguirán luchando, como ella lo hizo, sin pedir nada a cambio, más que justicia para la tierra y quienes la habitan.

“Ella decía: ‘El medio ambiente lo es todo. No solo la tierra, es todo lo que en ella está’. Y tenía razón”, concluye Francisca.