En México, la espera por una cirugía puede extenderse por años, incluso durante la infancia de un paciente. El Instituto Nacional de Cardiología, uno de los hospitales más especializados del país, enfrenta para 2025 una reducción de 161 millones de pesos en su presupuesto, lo que agudiza una problemática estructural: la saturación hospitalaria, la falta de infraestructura y el rezago en la atención de personas sin seguridad social.

Pese a tratarse de un centro de referencia nacional, con más de 3,200 especialistas y una destacada producción científica en enfermedades del corazón, el Instituto, que cumplió 80 años en 2024, opera con recursos decrecientes en medio de una política federal de gratuidad total en salud pública que, si bien ha eliminado el cobro a los pacientes, no ha sido acompañada de una inversión proporcional.

Para 2025, el Instituto contará con 1,810 millones de pesos, una disminución respecto a los 1,972 millones aprobados en 2024.

Esta reducción ocurre en el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha mantenido la política de recortes en hospitales implementada durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

En consecuencia, pacientes sin seguridad social, como niñas, niños y adultos con afecciones cardíacas, enfrentan tiempos de espera de hasta ocho años para una intervención quirúrgica.

Aunque el personal médico sigue recibiendo a toda persona que lo necesite, la infraestructura no da abasto. Las áreas de hospitalización, como la unidad coronaria, reservada para los casos más graves, operan con sobrecupo, lo que impide rotaciones, ingresos y egresos oportunos.

Un médico del Instituto, que pidió el anonimato y quien habló para los medios nacionales, explicó que la gratuidad ha tenido beneficios al eliminar la necesidad de que las familias hipotequen su patrimonio para recibir atención, pero ha contribuido a una saturación que no es causada solamente por la falta de insumos, sino por una insuficiencia crónica en la capacidad hospitalaria nacional.

La pandemia por Covid-19 agravó aún más los tiempos de espera, ya de por sí largos.

El personal del Instituto enfrenta dificultades incluso para adquirir dispositivos médicos y alimentos para el personal, según advertencias internas del director Jorge Gaspar Hernández, quien notificó estos problemas a finales de 2023 ante el inminente recorte presupuestal.

A pesar de las condiciones adversas, el Instituto de Cardiología mantiene su prestigio como uno de los mejores hospitales públicos del país. Pero sin una inversión decidida para ampliar infraestructura y plantilla, la promesa de gratuidad universal corre el riesgo de quedarse en el papel, mientras miles de pacientes continúan esperando en camellones y banquetas su turno para ser atendidos.

Con información de Nayeli Roldán y Frasua Esquerra, Animal Político.