Aunque a nivel nacional el Partido Acción Nacional (PAN) dio por terminada su alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en Nuevo León el matrimonio político entre ambos partidos sigue vivo. Así lo confirmó el dirigente estatal panista, Policarpo Flores, quien aseguró que “la alianza con el PRI se mantiene fuerte y firme”, pese a la ruptura anunciada por el líder nacional Jorge Romero.

El contraste evidencia una fractura dentro del blanquiazul: mientras en Ciudad de México se proclama una “nueva era” de independencia partidista con nuevo logo y eslogan, en Nuevo León se reafirma una alianza que muchos dentro del panismo consideran necesaria para conservar poder local frente al avance de Movimiento Ciudadano (MC), partido que gobierna el estado y Monterrey.

“Respetamos los lineamientos nacionales, pero aquí la alianza con el PRI tiene historia y rumbo. Nuestro objetivo es impedir que la narcopolítica del partido oficial llegue a Nuevo León”, afirmó Flores, en clara referencia al alcalde priista Adrián de la Garza, considerado el principal aspirante a la gubernatura en 2027.

Un relanzamiento con ruptura

En el evento realizado en el Frontón México, Romero anunció el relanzamiento del PAN bajo la consigna de una “apertura total” que permita a ciudadanos competir por candidaturas en elecciones primarias. “Comenzamos hoy una nueva era. El futuro de Acción Nacional no dependerá de ninguna alianza partidista, ni pasada, ni presente, ni futura”, dijo ante más de mil panistas.

Con ello, el líder nacional puso punto final al llamado PRIAN, una coalición que se consolidó en la elección presidencial de 2024 bajo el sello Fuerza y Corazón por México y que terminó representando más descalabros que victorias.

Una alianza “perversa”, pero funcional

En Nuevo León, sin embargo, la relación entre PAN y PRI ha tenido un curso distinto. Lo que a nivel nacional se percibía como un matrimonio de conveniencia, en el estado norteño ha funcionado como un mecanismo de contención frente al poder naranja de Movimiento Ciudadano.

Las alianzas entre ambos partidos —tradicionalmente adversarios— son un fenómeno reciente. En 2021, el PAN decidió competir con el PRD en lugar del PRI por la gubernatura. Pero en 2024, los viejos rivales sellaron una coalición que les permitió ganar la mayoría en el Congreso local y repartirse 14 distritos federales bajo la coalición Fuerza y Corazón por México.

La alianza, sin embargo, no ha estado exenta de tropiezos. En marzo de 2024, el Tribunal Electoral de Nuevo León invalidó la participación del PAN en la coalición local con el PRI y PRD, aunque la decisión fue posteriormente impugnada.

Pese a ello, los resultados fueron alentadores para ambos partidos: juntos lograron contener el crecimiento de MC en varias zonas urbanas y rurales.

Estrategia con miras a 2027

De cara a la próxima elección estatal, el PAN de Nuevo León no planea ceder terreno. Flores adelantó que la alianza con el PRI podría ampliarse a otras fuerzas locales, buscando conformar un frente opositor al gobernador Samuel García y a su partido.

El cálculo es claro: sin una alianza, los panistas difícilmente conservarían influencia en un estado donde MC domina el discurso político y el electorado joven.

Así, mientras en el resto del país el PAN busca reinventarse tras el fin del PRIAN, en Nuevo León el pragmatismo político ha impuesto su lógica. La coalición con el PRI, tachada de “perversa” por sus críticos y de “estratégica” por sus defensores, se mantiene como una de las piezas clave del tablero rumbo a 2027.

Porque, al menos en Nuevo León, el divorcio entre el blanquiazul y el tricolor todavía no se firma.