La elección de la nueva Mesa Directiva en la Cámara de Diputados dejó al descubierto la creciente pugna en el interior de Morena. Ricardo Monreal, líder pragmático y con amplia operación política, logró imponerse al bloque de “Los Puros” al colocar a Sergio Gutiérrez Luna como vicepresidente, desplazando a Dolores Padierna, política considerada de los bastiones del ala dura del partido.
El Pleno aprobó con 435 votos a favor, cuatro en contra y cero abstenciones la designación de la panista Kenia López Rabadán como presidenta de la Cámara. Aunque la oposición celebró el acuerdo como un gesto de institucionalidad, el verdadero pulso político se dio entre los morenistas.

Los cercanos a Alfonso Ramírez Cuéllar y Leonel Godoy habían empujado para mantener a Padierna en la vicepresidencia y para que el propio Godoy asumiera la presidencia de la Mesa. Sin embargo, la operación de Monreal, respaldada por Palacio Nacional, inclinó la balanza. Además de Gutiérrez Luna, el zacatecano aseguró la tercera vicepresidencia para el verde Raúl Bolaños-Cacho, consolidando su control sobre la mesa política.
La decisión generó molestia en el ala radical del movimiento. “La vicepresidenta de la Cámara soy yo. La vicepresidencia está ocupada”, declaró visiblemente molesta Padierna días antes de la votación, en un mensaje que evidenció la resistencia interna.

Monreal justificó su estrategia con un argumento práctico: entregar este año la presidencia a la oposición evitará que, rumbo a 2027, Morena enfrente a un Congreso presidido por adversarios en pleno arranque del proceso electoral. “Imagínense tener todo el tiempo a la oposición en el presidium”, advirtió.
La contundente victoria del zacatecano, sin embargo, no pasó desapercibida. El episodio confirma la división entre pragmáticos y duros dentro de Morena, en un momento clave para la presidenta Claudia Sheinbaum, que busca mantener cohesión en su mayoría legislativa.