Miles de personas tomaron este sábado las calles del Centro Histórico para protestar contra la violencia y la política de seguridad del Gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum. La movilización, convocada principalmente por jóvenes de la llamada Generación Z, reunió a asistentes de distintas edades que avanzaron por avenidas emblemáticas hasta llegar al Palacio Nacional.

La marcha surgió a través de redes sociales y no contó con una organización formal, algo que la propia mandataria federal calificó esta semana como una convocatoria “inorgánica” y “pagada”. En su conferencia matutina del jueves, Sheinbaum aseguró que se trata de un impulso “promovido incluso desde el extranjero, en contra del gobierno”.

Pese a ello, la movilización logró congregar a miles de manifestantes. Muchos portaban sombreros similares al que identificó al alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, asesinado el 1 de noviembre y convertido en un símbolo popular tras perseguir personalmente a grupos criminales. Su muerte ha encendido el debate nacional sobre la violencia en Michoacán, uno de los estados más golpeados por el crimen organizado.

Aunque algunos asistentes llevaban pancartas con la leyenda “Todos somos Carlos Manzo”, la actual alcaldesa de Uruapan y viuda del edil, Grecia Quiroz, deslindó el viernes al llamado Movimiento del Sombrero de esta manifestación.

La protesta avanzó entre consignas y símbolos juveniles, como la bandera pirata del manga One Piece, que en los últimos años se ha convertido en un emblema de movilizaciones estudiantiles alrededor del mundo.

Enfrentamientos en el Zócalo

La tensión aumentó al llegar al Zócalo, donde un grupo de jóvenes derribó parte de las vallas metálicas que resguardan Palacio Nacional. Policías capitalinos respondieron con extintores y gas lacrimógeno, mientras los manifestantes lanzaban objetos contra el cordón de seguridad.

Así hubieras protegido a Carlos Manzo”, reclamaban algunos participantes ante el despliegue policial. Los uniformados formaron un muro con escudos para contener los proyectiles, en medio de la ausencia de las barreras metálicas.

“Es la primera marcha a la que vengo en la que la gente civil se pone a favor a los chingadazos”, relató Raúl Cortés, un funcionario de 52 años que presenció los choques.

Aunque Sheinbaum mantiene una aprobación por encima del 70% a poco más de un año de iniciar su administración, su estrategia de seguridad enfrenta crecientes cuestionamientos. A la ejecución del alcalde Manzo se suma el asesinato reciente de Bernardo Bravo, líder de productores de limón en Michoacán, quien había denunciado extorsiones reiteradas.

La propia presidenta ha reconocido que la extorsión —uno de los delitos que más golpea al sector productivo en la región— sigue siendo una de las mayores debilidades de su estrategia.

La jornada concluyó con tensión en el Zócalo y con un llamado generalizado de los manifestantes a replantear el rumbo de la política de seguridad federal, en un clima marcado por la indignación y el hartazgo ante la violencia.