Los hospitales de la capital sinaloense, lugares destinados a preservar la vida, se han convertido en nuevos escenarios de la violencia. En las últimas semanas, el Hospital Civil y el nuevo Hospital General de Culiacán fueron blanco de ataques armados y de intentos de homicidio contra pacientes internados.
El 29 de agosto, un comando disparó contra la fachada del Hospital Civil, ubicado a unos metros del centro histórico. La agresión dejó cuatro personas muertas y tres más heridas, entre ellas una menor de 13 años. Horas más tarde, en una clínica privada del centro de la ciudad, un joven de 20 años fue asesinado dentro de su habitación.
Ese mismo día, en el Hospital General, dos hombres disfrazados de personal médico lograron ingresar hasta el área de hospitalización y ejecutaron a un paciente de 21 años que había sobrevivido a un ataque armado.
Las autoridades estatales reconocieron que estos hechos forman parte de los ajustes de cuentas entre facciones del Cártel de Sinaloa, en disputa tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada. Desde entonces, la capital y sus alrededores se han convertido en campo de batalla, con más de 2 mil homicidios y otros 2 mil desaparecidos oficiales en el último año.

Ataques recurrentes
Los atentados contra instalaciones médicas no se han detenido. El 8 de septiembre, la entrada al Hospital General fue bloqueada por militares luego de que circularan versiones sobre la presencia de sicarios disfrazados de médicos. Aunque solo se reportó la detención de un hombre con actitud sospechosa, el episodio alimentó la percepción de inseguridad.
El 17 de septiembre, una mujer que portaba uniforme quirúrgico y gafas oscuras intentó ingresar al mismo hospital para inyectar una sustancia a un paciente herido en enfrentamientos. Fue detenida por la Guardia Nacional tras ser descubierta.
El clima de tensión obligó al personal médico del nosocomio más grande de Sinaloa a protestar el 18 de septiembre, exigiendo seguridad y que los pacientes con heridas de bala sean trasladados a otras instalaciones, al considerar que su presencia convierte a la clínica en un frente directo de la guerra criminal.
Ciudad sitiada
Culiacán se encuentra bajo un despliegue de más de 6 mil militares, retenes, vehículos blindados y vigilancia permanente. Sin embargo, los ataques en hospitales evidencian que la estrategia no ha logrado contener la violencia.
De acuerdo con cifras oficiales, en el último año se han registrado al menos seis ataques armados en hospitales de la ciudad, lo que ha sembrado un temor inédito en salas de espera, consultorios y pasillos que deberían ser sinónimo de resguardo y cuidado.
La violencia alcanzó a los hospitales, y con ella, a la vida cotidiana de una ciudad que convive con la guerra en su espacio más vulnerable: donde la gente acude en busca de auxilio médico.