Tres desapariciones registradas en apenas tres meses han encendido las alarmas en el Ajusco, al sur de la capital del país. Familias buscadoras y colectivos señalan que esta zona natural, conocida por su atractivo turístico y recreativo, se ha convertido en un “foco rojo” debido a la falta de vigilancia, ausencia de cámaras, deficiente iluminación y protocolos ineficaces de búsqueda.

Entre julio y septiembre se reportaron los casos de Ana Amelí García, estudiante desaparecida tras subir al Pico del Águila; María Isabella Orozco, de 16 años, vista por última vez en la carretera a Cuernavaca; y Luis Óscar Ayala, de 48 años, cuyo rastro se perdió en inmediaciones de Xalatlaco. Todos desaparecieron en circunstancias similares, con fallas en los sistemas de seguridad pública y sin resultados claros en las investigaciones.

Deficiencias en protocolos de búsqueda

Los familiares denuncian que, pese a la intervención de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, se han retrasado diligencias clave como entrevistas a testigos, revisión de cámaras y análisis de rutas de transporte público. Además, reconocen deficiencias en el sistema de videovigilancia C5, que carece de cobertura en áreas críticas del Ajusco, lo que dificulta rastrear los últimos movimientos de las víctimas.

Colectivos de búsqueda locales también han reportado hallazgos de restos humanos en recorridos independientes, lo que refuerza la percepción de que la zona es utilizada como punto de riesgo y ocultamiento por grupos criminales.

Escalada de desapariciones en la capital

De acuerdo con registros oficiales, en la Ciudad de México el 80 % de los reportes de desaparición se concentra en los últimos siete años, con 5 mil 605 personas sin localizar entre 2018 y 2025. La alcaldía Tlalpan, donde se ubica el Ajusco, acumula 360 casos, colocándose como la sexta demarcación con más reportes en la capital.

El fenómeno ha llevado a que familiares y organizaciones civiles insistan en medidas urgentes para reforzar la seguridad en la zona: mayor iluminación, presencia policial, cámaras de vigilancia y campañas de prevención para visitantes y habitantes.

Un punto rojo en el mapa de la inseguridad

El Ajusco, además de ser uno de los pulmones naturales de la capital, se ha convertido en un lugar marcado por la violencia y la impunidad. Familias buscadoras reclaman que, pese a las alertas reiteradas, las autoridades capitalinas no han desplegado una estrategia eficaz para frenar los riesgos que enfrentan quienes transitan o realizan actividades recreativas en esta zona del sur de la Ciudad de México.