El contrabando de diésel, conocido como huachicol fiscal, se disparó en 2024 al triplicarse con respecto al año anterior, según un análisis del Observatorio Ciudadano de Energía. Mientras que en 2023 ingresaban ilegalmente 19.2 mil barriles diarios al país, al cierre del año pasado la cifra alcanzó los 59.1 mil barriles por día.
Francisco Barnés de Castro, director del organismo, presentó los datos durante un seminario virtual organizado por el Centro de Energía del ITAM, donde detalló que el año pasado entraron legalmente a México 212.9 mil barriles diarios de diésel. Con ello, se estima que por cada 10 litros que ingresan al país, dos lo hacen a través de prácticas irregulares como documentos falsos o declaraciones engañosas.
“El huachicol fiscal ya representa el 17 por ciento del mercado de diésel en México, cuando hace apenas un año ocupaba apenas un 6 por ciento”, alertó Barnés. En términos económicos, el valor de este contrabando fue de 2 mil 320 millones de dólares, casi tres veces más que los 850 millones registrados en 2023.
La pérdida recaudatoria para el Gobierno ascendió a mil 310.5 millones de dólares tan solo en 2024: 939.3 millones por concepto de Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y 371.2 millones de dólares por IVA.

Supera al robo en ductos
El contrabando de diésel por vías fiscales superó incluso al robo tradicional mediante “piquetes” en los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex). De acuerdo con datos del Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía, en 2024 se registraron 10 mil 393 tomas clandestinas, con un volumen estimado de 28 mil barriles diarios de diésel robado, un 30 por ciento más que en 2023.
En contraste, el daño económico para Pemex por este delito fue de mil 99 millones de dólares, cifra inferior a lo que el Gobierno perdió por el contrabando técnico.
Barnés explicó que el diésel es más vulnerable que otros combustibles por su facilidad para colocarse en el mercado ilícito, ya que puede venderse en paradas informales o a transportistas sin necesidad de pasar por estaciones de servicio. “A diferencia de la gasolina, el diésel no requiere la complicidad de las gasolineras; hay compradores dispuestos y puntos de venta sin regulación”, dijo.
Además, alertó que gran parte del diésel que entra por contrabando está adulterado, lo que representa un riesgo adicional para el funcionamiento de los vehículos.
Un reporte reciente del Departamento del Tesoro de Estados Unidos advierte que grupos criminales utilizan el contrabando de diésel como una fuente de financiamiento. A través de su Red de Control de Delitos Financieros, el Gobierno estadounidense señaló que los huachicoleros, con vínculos con el crimen organizado, colocan el combustible robado en gasolineras bajo su control o en puntos de venta informales.
El informe, fechado el 1 de mayo, señala que estas redes también se valen del soborno y la violencia para sostener la operación, en una cadena de corrupción que se extiende desde las aduanas hasta las estaciones de carga.