En Cuernavaca, mujeres organizadas en el colectivo “Las nombramos bordando” han creado un memorial textil para honrar a víctimas de feminicidio en Morelos. Desde 2020, este grupo borda los nombres, fechas y municipios donde ocurrieron los crímenes, como forma de memoria y denuncia.

El proyecto surgió tras el feminicidio de Ingrid Escamilla y ha reunido a mujeres de distintas edades y profesiones, quienes confeccionan piezas en encuentros presenciales y virtuales.

A lo largo de cinco años, los bordados se han realizado tanto en plazas públicas como en casas particulares, y algunos incluso han llegado por paquetería desde otras entidades del país.

Cada pieza representa un caso, acompañado de símbolos como flores o corazones. Las participantes reconocen que se trata de un ejercicio emocionalmente exigente, pero también sanador y colectivo, donde convergen la resistencia, la ternura y el acompañamiento.

Entre 2015 y febrero de 2025, Morelos registró 341 feminicidios y 685 homicidios dolosos de mujeres, de acuerdo con cifras oficiales. A nivel nacional, se reportaron más de 8 mil feminicidios en ese periodo.

La iniciativa se inscribe en una tradición de bordado como forma de protesta, retomando antecedentes como el movimiento “Bordando por la paz” que surgió en el país en 2011.

Hoy, “Las nombramos bordando” continúa esa labor con la convicción de que, ante la violencia, ninguna víctima debe quedar en el olvido.