junio 25, 2019
Por Carlos Underwood**
El caribe mexicano, específicamente Cancún y la Riviera Maya, son destinos en declive. Los políticos, los empresarios y una ciudadanía apática han hecho un magnífico trabajo para aniquilar uno de los territorios más ricos en biodiversidad en México. En menos de 40 años, la avaricia y la ignorancia de los caciques quintanarroenses lograron que esta zona se convirtiera en un paraíso de ecocidas, narcotraficantes, proxenetas y amantes de la prostitución infantil.
Hoy, Quintana Roo es sinónimo de muerte, inseguridad, corrupción e impunidad. El sargazo, el tema que actualmente circula en las redes, en los diarios nacionales y ocupa minutos en la mañanera de Andrés Manuel López Obrador, es síntoma de una enfermedad crónica y añeja, contraída décadas atrás por la inacción de gobiernos priístas y el silencio de hoteleros, inversionistas y poderosos empresarios dueños de atracciones. El sargazo es consecuencia de un desarrollo sin límites, sin reglas y violento.
A finales de 2010, en la zona conocida como El Recodo, en Playa del Carmen, se registró el primer arribazón masivo de sargazo. Los pescadores de la zona, agrupados en una asociación de prestadores de servicios turísticos, alertaron a las autoridades municipales del fenómeno. En la zona, varios hoteles, principalmente los complejos cimentados en las dunas de la playa, veían en el mar una cloaca para sus aguas negras.
A pesar de las denuncias ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, la práctica de verter aguas negras al mar de forma clandestina nunca se detuvo. El hotel Porto Real, de la cadena Real Resort,del difunto y polémico empresario Fernando García Zalvidea, contribuyó con la erosión de los arenales al colocar, reiteradamente y de manera ilegal, costaleras y escolleras, tanto en Cancún como en Playa del Carmen. El hotel Porto Real y García Zalvidea son ejemplo de cómo en Quintana Roo no se aplica la ley, pese a las evidencias y el reclamo de un puñado de personas conscientes del daño ecológico. Zalvidea también visibiliza los cimientos de la casta de empresarios en Quintana Roo: hombres sin valores, con denuncias de lavado de dinero, ecocidios y una amistad peligrosa con los políticos, mercenarios en constante lucha por el poder.
El espectáculo mediático que ha generado el arribazón del sargazo en la Riviera Maya en estas últimas semanas advierte el oportunismo de varias empresas: Televisa, Radio Fórmula, El Universal y otros medios abordan superficialmente un problema ambiental cimentado en la corrupción, en un modelo turístico voraz y fracasado. El sargazo “afecta el turismo”, remarcan dichos canales de comunicación, pero no se centran en el origen, en el pasado. Tampoco subrayan que el problema es ambiental y de salud. Aquí un ejemplo:
Como contexto, el Caribe mexicano recibió 14 millones 279 mil turistas y 20 millones 322 mil visitantes en 2018. Según datos del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo (CPTQ), 2018 tuvo siete millones 914 mil 160 visitantes internacionales, lo que representó un alza de 3.51 por ciento respecto a 2017. Además, 6.3 millones de cruceristas. Quintana Roo es el estado con mayor oferta de habitaciones en México, con 19 por ciento del total, lo que hace que capte el 35.4 por ciento de los turistas extranjeros que llegan a México y recibe 34.1 por ciento de las divisas que ingresan al país. Existen 103 mil habitaciones en mil 75 hoteles y se han autorizado 30 mil cuartos más. Por si no bastara, se estima que del 2019 al 2020 el estado absorba dos mil 272 millones de dólares en inversión extranjera, sin sumar el megaproyecto del Tren Maya.
“Esto no se va erradicar hasta que se haga un estudio científico, a fondo del manto marino y ver de qué manera se bajan los niveles de nitrógeno que hay. Esos estudios no los han hecho para contrarrestar esta situación. La imagen de las playas está deteriorada. Nos ha traído mucha merma desde hace dos años, además de la inseguridad, que ha sido un flagelo. A todos, hasta a nosotros los pescadores, los narcotraficantes están pidiendo derecho de piso”, destaca Heminio Chanona, pescador de la zona conocida como El Recodo, el punto donde históricamente el sargazo se acumula de forma descomunal.
“Estos grupos (narcotraficantes) tienen a menores de edad trabajando en puestos de souvenirs, changarritos, y cuando viene una patrulla mandan un mensaje y ponen en alerta a estos grupos, y vuelven a delinquir, a ejecutar. Hay semanas que no se para ni un turista a contratar servicios náuticos”, lamenta Chanona, quien en 2018, como si se tratara de un oráculo, vaticinó que el plan antisargazo del gobierno estatal -al colocar barreras en el mar- fracasaría, simplemente, porque era una idea estúpida.
“Según el gobierno se recogerá el sargazo desde el mar y se pondrán unas mallas. Cuando vengan los vientos del norte y sureste, por ejemplo, los del norte ayudarán porque sacan (el sargazo), y vientos del este y sureste, hacen que cualquier ola cruce la malla o barrera y el viento lleva a que recale (el sargazo) en las playas . Es un problema muy serio”, explicó Chanona en aquella entrevista realizada por el sitio deshuesadero en abril de 2018.
“Es complejo el tema pero deberíamos hacer algo para que cambie. El gobernador (Carlos Joaquín) está consiente y anuncia recolectar del mar (el sargazo), que es bueno, pero dudo que se tenga la capacidad. Son 420 kilómetros de costa y cuánta maquinaria se necesita para recoger. Cuántas áreas específicas. Lo que se ha hecho en las playas no ayuda porque se genera erosión y los seudocientíficos dicen que el sargazo se convierte en arena y es una estupidez. Es concha y restos fósiles”. Aquí puedes leer la nota completa.
El sargazo no es un tema turístico, es un tema de salud ambiental. Científicos de la Universidad Autónoma de México (UNAM) han sido claros. A pesar de los reportes, estudios y el eterno recordatorio de parte de la academia, las autoridades y los empresarios han ignorado los hechos y culpado a factores externos la deprimente situación en la que se encuentra el Caribe mexicano.
Es decir, la devastación de la selva para construir desarrollos habitacionales y turísticos, la explotación minera y el sofocamiento de cenotes con material de construcción. También la falta de drenaje, la sobredensificación, la edificación de complejos en las dunas, la tala indiscriminada de árboles y manglar, la deficiente infraestructura de los hoteles para el tratamiento del agua. Sumemos el blanqueamiento de los corales, el uso de pesticidas en los campos de golf y una lista interminable de malas prácticas que han hecho que el sargazo sea una consecuencia de todo un sistema moribundo, en terapia intensiva. Sobre lo anterior nadie alza la voz, ningún medio, únicamente se habla del daño al turismo, una industria que genera riqueza a un puñado y pobreza y marginación al resto de la ciudadanía.
La miopía política de los gobernantes en Quintana Roo es monumental. El pasado 9 de mayo, en un comunicado, replicado con bombo y platillo, se señaló:
“Este jueves en Palacio Nacional se reunieron el Gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín y los presidentes municipales de la entidad con autoridades federales encabezadas por Alfonso Durazo y Carlos Urzúa, Secretarios de Seguridad y de Hacienda y Crédito Público para dar seguimiento a las acciones que se llevan a cabo para la Atención al Arribo de Sargazo al Caribe Mexicano.
En la reunión el Gobernador Carlos Joaquín expuso la estrategia de operación del Monitoreo de Sargazo sobre el cual en los últimos días se ha emitido un reporte para su difusión en medios de comunicación; de igual forma destacó los trabajos en aguas someras que están por iniciarse como el año anterior y la limpieza en las playas que las 24 Horas del día están llevando acabo servidores públicos, trabajadores temporales entre los que destacan comunidades de pescadores que han sido contratados para remover el Sargazo y voluntarios que se han unido a las labores de limpieza de playa en toda la costa de Quintana Roo. Se busca dar resultados en el corto, mediano y largo plazo para proteger al turismo y las fuentes de empleo en el sector”.
Proteger al turismo y las fuentes de empleo. Es decir, cuidar las inversiones y el dineroque llega a las arcas del gobierno, así como a los dueños de los hoteles, en su mayoría inversiones españolas, cuyos dueños son denunciados en su país por fraudes fiscales y ecocidios en las islas baleares. El medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos como un derecho humano no interesa para el Sistema, para el gobierno.
“Aquí estamos contaminando el manto acuífero, muchos no tenemos sistemas de tratamiento completamente cerrados, incluso las fosas sépticas que muchos pueblos tienen, como Puerto Morelos, eliminan las bacterias, pero el agua, después de que la fosa séptica ha eliminado las bacterias, todavía tienen nitrógeno fósforo, y esta agua se va al suelo, al manto acuífero y se va al mar. Y obviamente las plantas crecen más, y si nosotros echamos fertilizante aquí en la tierra, las plantas crecen más, y si echamos fertilizante al mar, obviamente el sargazo va a crecer, va haber más”, explica Brigitta Ine van Tussenbroek, investigadora de la Unidad Académica de la Unidad de Sistemas Arrecifales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el municipio de Puerto Morelos, quien remata:
“Que nosotros estamos, enriqueciendo, entre comillas, o contaminando, estamos echando nitrógeno fósforo al mar Caribe, es un hecho que está aceptado”. La anterior entrevista la concedió la especialista para el documental “Erosión”, en 2015. A cuatro años de la declaración y tres del estreno del filme, en donde se documentan las causas del sargazo y la destrucción del entrono, las autoridades siguen en la inacción. Aquí se puede ver el documental completo.
Durante la era de Roberto Borge y Mauricio Góngora (gobernador del estado y presidente municipal de Playa del Carmen, ambos en la cárcel actualmente), eran comunes los eventos donde las autoridades enterraban el sargazo ante la mirada de funcionarios parásitos. Todos aplaudían. Durante los actos de circo se utilizaban a elementos del ejército como decoración y se simulaba aplicar el plan DN-III-E. Después el gobernante en turno pedía paciencia y apoyo a la ciudadanía para atender la “contingencia”. Por último, con carretilla en manos, el presidente sepultaba el sargazo en la playa. Esta práctica, aunque daña aún más el ecosistema, se hacía para demostrar acciones, igual que la maquinaría pesada que todos los días “limpiaba” y limpia las costas.
Los hoteleros, las autoridades estatales y municipales de Quintana Roo, y ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador, han anunciado acciones para contrarrestar el arribazón del sargazo. Flotillas de la marina harían el trabajo desde el mar para capturar el alga. Por ahora, nadie se ha planteado cambiar el modelo turístico depredador ni tratar las aguas negras, cambiar las malas prácticas ni frenar la devastación. El sargazo avanza, como la inseguridad y el final del Caribe mexicano.
*Reportaje publicado en El Deshuesadero.
**Periodista, editor y documentalista. Ha trabajado en distintos diarios de México, fundó la revista Cirrosis y dirigió el documental Erosión. Actualmente vive en España.