Martín Esparza Flores ha convertido el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en una empresa personal, donde los bienes públicos se manejan como propiedades privadas y el poder sindical sirve para blindarse de la rendición de cuentas. Durante dos décadas, Esparza ha tejido una red de impunidad con la complicidad del gobierno federal.
Según una investigación del periodista Israel Mendoza para Reporte Índigo, de 2015 a 2018 el SME recibió 48 bienes inmuebles de parte del Estado. Sólo 28 están registrados oficialmente en el Diario Oficial de la Federación. Los otros 20 permanecen en la sombra: sin claridad legal, sin control institucional y sin beneficiar a los trabajadores, como dicta la ley.
La Ley General de Bienes Nacionales es clara: si se detecta un uso con fines lucrativos de bienes donados al sindicato, estos deben regresar a la Federación. Pero eso no ha ocurrido. Por el contrario, denuncias internas indican que predios como el Campamento Km 153 son usados para actividades como el minado de criptomonedas, en una suerte de «huachicoleo eléctrico» que no deja ni un solo peso para los trabajadores, según advirtió Mario Benítez, disidente del SME y miembro del Frente Amplio de Unidad Jorge Tapia Sandoval.
La mina de oro del líder sindical
En lugar de ser un refugio para los derechos laborales, el SME ha sido transformado por Esparza en una empresa familiar. Documentos entregados a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), revelados por Mendoza, detallan pagos millonarios injustificados a familiares y allegados del dirigente tras la extinción de Luz y Fuerza del Centro, decretada en 2009 por el gobierno de Felipe Calderón.
Mientras trabajadores con más de 25 años de servicio recibieron menos de un millón de pesos como liquidación, Esparza cobró más de cinco millones, su hermano cuatro y su hijo, con apenas cinco años de antigüedad, más de un millón. Catorce familiares y personas cercanas reciben, mensualmente, más de 44 mil pesos por concepto de «Renta Vitalicia». En contraste, la mayoría de los extrabajadores sobrevive con una pensión de apenas 14 mil pesos.
La denuncia ha estado en manos de la UIF desde 2020, cuando Santiago Nieto encabezaba la institución, y después bajo el mando de Pablo Gómez. Ninguno ha procedido penalmente, pese a que hay un expediente de más de 600 páginas, como documentó Mendoza.
Elecciones amañadas, dirigencia eterna
Esparza no sólo administra millones y propiedades a su antojo; también controla la estructura sindical con prácticas antidemocráticas. Según Benítez, los procesos internos del SME están viciados. La “credencialización” que exige la dirigencia sirve para excluir opositores. Los trabajadores que no firman su adhesión bajo presión no tienen voz ni voto. La estrategia es clara: perpetuar a Esparza por 25 años más.
Las elecciones sindicales están en riesgo, advierte Benítez, porque no hay garantías de transparencia. Además, asegura que Esparza aparece como vocal en la Generadora Fénix —empresa creada tras la liquidación de Luz y Fuerza— y, al mismo tiempo, quiere reelegirse como líder sindical. “No se puede ser patrón y dirigente sindical al mismo tiempo”, señala.
Un opositor oportunista
Pese a su discurso de resistencia obrera, Esparza ha operado a conveniencia. En 2020, su empresa Generadora Fénix se amparó contra la política energética de Andrés Manuel López Obrador. De acuerdo con Israel Mendoza, usó el mismo camino legal que Iberdrola y otras multinacionales para defender sus intereses. El juez Rodrigo de la Peza fue quien le otorgó la protección. Esparza, en los hechos, se convirtió en un opositor legal de la Cuarta Transformación, pero sin perder los privilegios heredados del Estado.
Negocios oscuros con protección oficial
El fondo del problema no es sólo la corrupción de Esparza, sino la complicidad del Estado. “Aquí el problema es Martín, sí, pero quien le da la toma de nota es el gobierno”, apunta Benítez. Desde la Secretaría del Trabajo hasta el Instituto de Administración de Bienes Nacionales, todos han permitido que un sindicato convertido en empresa privada siga recibiendo trato de representante de los trabajadores.La historia de Martín Esparza es una muestra de cómo los líderes sindicales pueden construir fortunas personales bajo el amparo del discurso obrero, la opacidad institucional y la tolerancia gubernamental. Y mientras tanto, miles de extrabajadores sobreviven con migajas, esperando que la justicia, alguna vez, llegue.
