A pesar de los compromisos internacionales, México está lejos de erradicar el trabajo infantil. Según los últimos datos del INEGI, 3.7 millones de niños y adolescentes entre 5 y 17 años se encuentran en situación de trabajo infantil, de los cuales 2.1 millones realizan actividades peligrosas o prohibidas por la ley.

La pandemia agravó el problema, revirtiendo los avances logrados en años anteriores. Estados como Guerrero, Chiapas y Nayarit presentan las tasas más altas, con más del 16% de su población infantil trabajando. En contraste, la Ciudad de México y Baja California registran los porcentajes más bajos, aunque la problemática persiste en todo el territorio nacional.

Un futuro comprometido
El trabajo infantil no solo priva a los niños de su educación, sino que también perpetúa el ciclo de pobreza. De los menores que trabajan, 851 mil han abandonado la escuela, y solo 46 mil considerarían regresar si dejaran de laborar. «Estamos condenando a una generación entera a repetir las condiciones de marginación de sus padres», señaló Laura González, especialista en derechos de la infancia.

Falta de acciones efectivas
Aunque México se comprometió a eliminar el trabajo infantil para 2025 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, expertos coinciden en que no se cumplirá esta meta. Las políticas actuales, como las transferencias condicionadas, han demostrado ser insuficientes para atacar las causas estructurales del problema.

«Necesitamos un enfoque integral que combine educación, apoyo económico real para las familias y mecanismos de supervisión laboral efectivos», explicó el Dr. Ricardo Morales, investigador de la UNAM. Sin embargo, hasta ahora no existe un plan concreto que aborde estas necesidades.

Testimonios que duelen
En comunidades rurales y urbanas marginadas, los niños trabajan en campos agrícolas, talleres o el comercio informal. Mientras tanto, las autoridades insisten en que se están haciendo esfuerzos, pero las cifras y las historias detrás de ellas revelan una deuda pendiente con la infancia mexicana. Sin cambios profundos, miles de niños seguirán viendo cómo su presente y su futuro se desvanecen en jornadas de trabajo que nunca debieron ser su responsabilidad.