Los menores de entre 10 y 17 años se han convertido en personas vulnerables desde hace más de una década en todo el país.
Ante el desconocimiento de la realidad, las niñas, niños y adolescentes son víctimas del crimen quienes son reclutados para llevarlos a campos de entrenamiento para unirse a las filas del crimen organizado.
Pero no llegan de manera voluntaria, esto según una investigación de la revista Reporte Índigo, en muchos casos fueron engañados con la promesa de un trabajo bien pagado que les permitiría ayudar a su familia y hasta comprarse sus propias cosas, esos deseos en los que se resume la vida material de un joven: unos tenis, gorras, ropa de moda o hasta un teléfono celular.
Pero la mayoría de las historias relatan un rapto, un levantón o la obligación, bajo amenaza de muerte, para pertenecer a un grupo delictivo y no ser otra cosa más que «carne de cañón», es decir, los primeros que mandan a realizar tareas como enfrentamientos, cobro de piso, levantones y hasta asesinatos.
Buscan trabajo para mejorar su vida
De acuerdo con las estadísticas oficiales, en México hay 3.7 millones de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años se encontraban en situación de trabajo infantil, lo que representa el 13.1% de esta población.
De acuerdo con el INEGI, se considera trabajo infantil cuando niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años participan en una o más formas de trabajo no permitidas. Se clasifica como ocupación no permitida a la que realizan personas de este grupo de edad en la producción de bienes y servicios destinados al mercado, o en ocupaciones de sectores económicos, lugares o actividades peligrosas.
Asimismo, incluye a quienes realizan quehaceres domésticos no remunerados en sus propios hogares en condiciones no adecuadas, lo que incluye a niñas, niños y adolescentes que las realizan durante horarios prolongados o en condiciones peligrosas o riesgosas.
El INEGI crea el apartado de “Ocupaciones peligrosas”, basado en el riesgo del trabajo técnico. De los 2.1 millones de niñas, niños y adolescentes que realizan alguna ocupación no permitida, 2 millones (92.5 por ciento) lo hacen en actividades consideradas de carácter peligroso.
Sin embargo, dentro de las ocupaciones peligrosas, no se considera la pertenencia de los menores a grupos delictivos, hay una cifra desconocida de aquellos que se dedican a actividades ilícitas no por voluntad propia, sino bajo amenaza.
De acuerdo con información del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, perteneciente a la Secretaría de Gobernación (Segob), los menores son contactados por los delincuentes a través de las redes sociales y los videojuegos, por lo que cada día crecen más las cifras de este tipo de casos.
Lee el reportaje completo en: Reporte Índigo
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