Elegí servir a la verdad, no al sistema

Elegí servir a la verdad, no al sistema

Editor Proyecto

mayo 1, 2025

Luis Manuel Macías Larios

El escándalo de #TelevisaLeaks revela una presunta red de manipulación mediática orquestada desde el corazón de la televisora más influyente en México. Es más que una filtración explosiva: es una invitación urgente a mirar hacia adentro, no hacia las pantallas, hacia nosotros mismos.

Miles de correos, documentos y otros archivos digitales proporcionados por un ex-colaborador, revelan cómo durante años, un grupo dentro de Televisa —bajo el nombre clave de Palomar— habría operado ataques a periodistas, empresarios y políticos; campañas de desinformación, manipulación y uso de bots para distorsionar la percepción pública (Aristegui Noticias, 2025). Todo esto, según se reporta, con conocimiento de altos mandos y utilizando recursos de la propia empresa. ¿Qué implicaciones tiene esto para quienes trabajaban ahí?

Y aquí la pregunta incómoda: ¿Qué harías tú si estuvieras en un empleo así?

Vivimos en tiempos donde la integridad y la conciencia ética se han convertido en diferenciadores clave. No basta con hacer bien tu trabajo; hay que cuestionarse para qué y para quién lo haces. Si tu labor —por más técnica o aparentemente neutra que sea— contribuye a fabricar mentiras, manipular a la sociedad o servir intereses oscuros, ¿sigues siendo solo un ejecutor inocente?

No se trata de moralismos. Se trata de responsabilidad profesional. Porque lo ético no siempre es lo más rentable, pero siempre será lo más sostenible. Lo que #TelevisaLeaks nos recuerda, dolorosamente, es que la cultura organizacional puede ser un terreno fértil para el abuso si quienes la integran no ejercen su juicio moral.

Y en ese contexto, todos —sí, todos— tenemos un rol: desde quien programa una campaña, hasta quien edita una nota, diseña una imagen o dirige un área estratégica. El silencio también comunica. Y a veces, colabora.

Yo elegí servir a la verdad, no al sistema

Hace algunos ayeres me desempeñaba en el área de promoción y admisión en la Universidad Tecnológica de México (UNITEC), campus Zapopan. En 2008, la universidad fue comprada por Laureate Inc., una corporación global que integró a nuestro campus dentro del Sistema UVM. En una de las primeras reuniones con los nuevos directivos, me preguntaron:

“Luis, ¿Qué es lo que te preocupa o interesa saber de esta fusión?”

“Los alumnos. ¿Qué va a pasar con los más de 700 ya inscritos para el próximo cuatrimestre?”, cuestioné con un genuino interés en las personas y el objetivo de matricula.

La respuesta fue demoledora:

“A ti que los alumnos te importen una chingada, tú y tu gente preocúpense por inscribirlos; lo que pase de ahí en adelante no es asunto nuestro”, dijo con una sonrisa burlona el entonces director regional de ventas.

Aquello me dejó helado. Pero también me reveló un nuevo sistema de valores contrario a mi forma de ver y entender la vida.

Pronto llegaron más señales. Se dejó de aplicar el examen Ceneval como método de admisión y se impuso un test psicopedagógico que no se evaluaba en absoluto. No había criterios ni maquina lectora para la hoja de respuestas del supuesto examen. Solo se recogía la hoja, se hacía esperar al aspirante y luego se le hacía pasar a una oficina para felicitarlo y entregar su carta de bienvenida a la Universidad del Valle de México. Un simulacro que disfrazaba la política de admisión abierta bajo un ritual vacío. Además, las becas y descuentos se manipulaban como ganchos comerciales, no como estímulos académicos, incluso en ocasiones se trataba de publicidad engañosa.

En una reunión posterior, cuando se anunció formalmente a todo el personal de campus Zapopan el cambio de Unitec a UVM, fui el único que se atrevió a expresar públicamente sus preocupaciones. Puse cartas sobre la mesa y cuestioné abiertamente lo que estábamos haciendo.

El 1 de octubre de 2008, fui parte —orgullosamente— del primer recorte de personal. Cinco personas, entre ellas el rector y yo, nos fuimos. Hasta me sentí importante.

Una mirada ignaciana: discernir para actuar

Desde la espiritualidad ignaciana —que invita a «en todo amar y servir»— uno de los ejes fundamentales es el discernimiento. Es decir, la capacidad de examinar interiormente nuestras decisiones, no solo en función de resultados, sino del propósito, la intención y el bien mayor que pueden generar.

San Ignacio de Loyola insistía en que “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”. Hoy lo traduzco así: la lealtad a un trabajo no puede estar por encima de la lealtad a la conciencia, porque no hay progreso profesional que valga si se construye sobre la simulación, la indiferencia o el silencio cómplice.

Como en el caso de Televisa, también en las instituciones educativas o en el ámbito corporativo pueden darse sistemas que recompensan la eficiencia y penalizan la integridad. Que premian al que obedece sin preguntar y castigan al que discierne en voz alta. Pero el espíritu ignaciano nos recuerda que el verdadero liderazgo no se trata de ascender, sino de servir con conciencia. Y a veces, servir con conciencia implica incomodar, decir no, o incluso dejar ir.

¿Y tú, hasta dónde estarías dispuesto a llegar?

Esta no es una historia sobre Televisa, ni sobre una universidad en particular. Es una historia sobre la delgada línea que todos enfrentamos entre conservar un empleo y conservar nuestra integridad. A veces esa línea es clara. A veces se disfraza de metas, discursos de eficiencia o falsas promesas de bienestar. Pero está ahí.

Y tarde o temprano, todos —en algún punto de nuestra vida profesional— debemos hacernos la misma pregunta: ¿Hasta dónde estoy dispuesto a llegar por conservar mi trabajo? Y quizás, aún más importante: ¿Qué estoy dispuesto a perder si no lo cuestiono?

Hoy más que nunca, cuestionarse la ética de tu trabajo y de tu empleador no es un lujo intelectual. Es una necesidad cívica y profesional. Porque si no lo haces tú, ¿quién?

Referencias

Acerca del autor

Comunicador con más de 15 años de experiencia en el ámbito académico y empresarial, especializado en investigación de mercados, comunicación transmedia y experiencia de clientes. Actual coordinador de la Maestría en Mercadotecnia Digital y Analítica de Clientes, así como la Especialidad en Analítica de Negocios en el ITESO Universidad Jesuita de Guadalajara.

Su trayectoria incluye consultoría en comunicación y marketing estratégico para organizaciones de diversos sectores, como Expo Guadalajara, Televisa de Occidente y Human Capital International. Además ha liderado estrategias comerciales para marcas universitarias como Unitec y Tecmilenio; así como proyectos productivos en materia de economía social y solidaria en comunidades del Sur de Jalisco.

Es doctorante en Comunicación y Mercadotecnia Estratégica por la Universidad Anáhuac Mexico Norte, cuya línea de investigación es la evaluación de la comunicación transmedia y el engagement de marca. Su formación académica se complementa con estudios en liderazgo positivo, innovación y educación basada en competencias.