El partido que llegó al poder bajo la bandera de la austeridad enfrenta cuestionamientos por los lujos de algunos de sus integrantes.
Morena, el partido gobernante en México, atraviesa una ola de críticas tras difundirse imágenes y reportes sobre viajes, hoteles de lujo y bienes de alto valor de algunos de sus dirigentes. Para muchos votantes, la incongruencia entre el discurso de austeridad y la vida ostentosa de ciertos funcionarios representa una traición al lema que los llevó al poder: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
El caso más polémico ha sido el de Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente y fundador del partido, quien fue visto en un hotel de Tokio con tarifas de hasta 400 dólares por noche. Medios locales señalaron que gastó cerca de 2,600 dólares solo en consumo de alimentos durante dos semanas. Aunque el propio López Beltrán admitió que pagó con recursos personales y denunció una “campaña de linchamiento político”, la indignación en redes sociales y entre votantes no tardó en crecer.
A ello se suman otros episodios que han reforzado la percepción de opulencia: el senador Adán Augusto López Hernández reconoció haber tenido ingresos privados por más de 4 millones de dólares en dos años; el secretario de Educación, Mario Delgado, vacacionó en un exclusivo hotel en Portugal; y el legislador Ricardo Monreal celebró su aniversario en España. Todos aseguraron que los viajes y gastos fueron cubiertos con dinero propio.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con un llamado a la prudencia: “El poder es humildad y eso tiene que mostrarse en cualquier acción que desarrollamos”, dijo recientemente, al tiempo que defendió el derecho de los funcionarios a tomar vacaciones con recursos personales.
Sin embargo, las explicaciones no han frenado la crítica social. Para algunos ciudadanos, los lujos exhibidos contrastan con la realidad de millones de mexicanos que viven con ingresos muy inferiores. “Andan viajando, bien vestidos, carros muy caros ¿y la pobreza extrema dónde quedó?”, cuestionó María Rodríguez, habitante de la Ciudad de México.
El desgaste puede ser duradero. Analistas advierten que la desconexión entre el discurso y las prácticas de ciertos dirigentes podría generar un “daño irreparable” en la credibilidad del partido, aunque Morena no enfrentará elecciones intermedias hasta 2027.
Mientras tanto, la contradicción entre la austeridad que enarboló Andrés Manuel López Obrador y los lujos de algunos de sus herederos políticos coloca al movimiento en un dilema: ¿cómo seguir presentándose como el partido del pueblo cuando parte de sus cuadros parece vivir como la élite que alguna vez criticaron?
