Mientras el discurso oficial presume el combate al “huachicol”, cada día ingresan ilegalmente a México cerca de 300 mil barriles de gasolina, equivalentes al 30% de las importaciones de combustible. La diferencia: este no se extrae de ductos, sino que entra por las aduanas, con la complicidad de autoridades, empresas privadas y redes criminales.
De acuerdo con Eduardo Chagoyán, director de la consultora Fuel Pricing, consultado por el Diario Reforma, el país importa legalmente cerca de 700 mil barriles diarios, de los cuales Pemex aporta 500 mil y empresas privadas apenas 200 mil.
El resto, otros 300 mil barriles, corresponden al llamado «huachicol fiscal», combustible que se introduce al país bajo esquemas de evasión como declarar “aditivos” o reportar cantidades menores.
“Las ventas registradas por privados no cuadran con los volúmenes que realmente se comercializan. Lo que vemos es una operación sistemática de contrabando”, explicó Chagoyán en entrevista. Su consultora monitorea en tiempo real el mercado de gasolinas en el país para ayudar a estaciones a establecer precios competitivos.
La entrada ilegal de hidrocarburos se da principalmente en puertos del Pacífico y de Tamaulipas, donde buques descargan durante varios días mientras las pipas retiran el producto sin que las autoridades intervengan.
También se ha documentado el ingreso por trenes en el norte del país, especialmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde los registros aduanales reportan solo dos o tres vagones, aunque en realidad llegan trenes completos.
Un ejemplo reciente fue el aseguramiento histórico de 15 millones de litros de combustible en Coahuila, transportado en 129 ferrotanques. Pero para Chagoyán, eso es apenas “una fracción” de lo que ocurre diariamente en el país.
El combustible entra, como señaló incluso el Fiscal General Alejandro Gertz Manero, declarado como aceites u otros productos para eludir impuestos. “Es una estructura que requiere complicidad en todos los niveles: empresas que importan, agentes aduanales, y autoridades que voltean la vista”, advirtió.
A pesar de los múltiples informes sobre este tipo de contrabando, el gobierno federal no ha transparentado acciones concretas para frenar el fenómeno. La narrativa de combate al robo de combustible, centrada en el cierre de ductos y detención de tomas clandestinas, no alcanza al mercado negro que entra legalmente por las puertas del Estado.