La iniciativa impulsada originalmente por Morena, que pretendía otorgar al Gobierno amplias facultades para intervenir en los contenidos digitales, fue completamente modificada gracias a la presión de la sociedad civil y la intervención decisiva de Movimiento Ciudadano (MC). Lo que comenzó como una propuesta ampliamente criticada por su potencial censor y su riesgo para la privacidad de los ciudadanos, terminó convertida en una Ley de Telecomunicaciones que garantiza libertades y establece controles institucionales.
Durante el periodo legislativo reciente, Morena y sus aliados aprobaron más de 70 instrumentos legislativos, sin aceptar una sola modificación por parte de la oposición o la sociedad civil. Pero este caso fue diferente. Según explicó la diputada de MC, Laura Ballesteros, la presión ciudadana, académica y de expertos provocó una apertura inédita: “Exigimos un parlamento abierto para discutir y frenar los ánimos de censura y espionaje, y en esos foros se dieron propuestas que cambiaron de fondo la reforma”.
Cambios clave promovidos por Movimiento Ciudadano
El senador Clemente Castañeda enumeró las modificaciones sustanciales que permitieron que esta ley pasara de ser un instrumento de vigilancia autoritaria a una legislación más democrática:
- Se eliminó el artículo 109, propuesto por Morena, que abría la puerta a la censura de plataformas digitales.
- Se limitaron las facultades de la llamada «superagencia digital», la cual ahora sólo podrá diseñar políticas públicas, mientras que las funciones regulatorias recaerán en un órgano colegiado independiente.
- Se retiró el control que pretendía asumir la Secretaría de Gobernación sobre contenidos provenientes del extranjero, lo que protege la libertad de expresión.
- Se incluyeron garantías específicas para las comunidades y sus sistemas de comunicación dentro del artículo 183.
“Hay mucha desinformación alrededor de esta ley. Lo que se aprobó es completamente distinto a la versión original. Gracias a la sociedad civil y al trabajo legislativo se evitaron mecanismos de censura y espionaje”, aseguró Castañeda.
Escuchar a los ciudadanos, no a los partidos
La diputada Ivonne Ortega, coordinadora de la bancada de MC en la Cámara de Diputados, fue enfática al subrayar que el verdadero triunfo fue ciudadano. “Se hicieron más de 80 modificaciones, muchas de ellas propuestas por la gente en los foros. Ya no se permite el bloqueo de redes sociales, ni el espionaje sin orden judicial. Este no es un logro de Movimiento Ciudadano ni de la oposición: es un logro de la ciudadanía que hizo fuerza”.
Ortega también reconoció que, aunque existen temores sobre el uso de datos biométricos y personales, como huellas o domicilios, “estos ya están en poder de instituciones como el INE o los bancos. Lo que hace esta ley es regular lo que ya existe, y transferir la base de datos a una dependencia que deberá sujetarse a controles legales”.
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Una alternativa seria ante la polarización
Durante la discusión, los legisladores de MC también hicieron un llamado a debatir con responsabilidad los temas de seguridad y derechos humanos. El diputado Pablo Vázquez Ahued reprochó que se aborden asuntos como las desapariciones forzadas con fines propagandísticos. “Nosotros representamos una alternativa seria, basada en ideas, no en confrontaciones estériles. Asumimos nuestro papel como la segunda fuerza política del país con responsabilidad”, dijo.
En ese contexto, se destacó el modelo implementado por el Gobierno de Jalisco, que cuenta con una Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de Personas, invierte recursos propios en la Comisión Estatal de Búsqueda y sostiene mesas de diálogo permanentes con colectivos.
La Ley de Telecomunicaciones, que en su origen despertó temores legítimos sobre censura y vigilancia, fue transformada gracias a la presión pública y el trabajo legislativo encabezado por Movimiento Ciudadano.
Aunque el camino no ha sido perfecto, como admitieron sus propios impulsores, la legislación final representa un avance en términos de participación ciudadana, transparencia y control del poder estatal. Una señal de que, cuando se escucha a la gente, el rumbo puede cambiar.