La saturación del sistema de salud pública obliga a médicos recién egresados a emplearse en consultorios de farmacias bajo condiciones laborales precarias. Sin contratos, prestaciones o seguridad social, estos profesionales dependen del volumen de pacientes para obtener ingresos inestables.
La aparente ventaja de horarios flexibles esconde informalidad laboral. Según el Instituto Nacional de Salud Pública, esta precarización afecta su calidad de vida y los servicios médicos. Gandhy Salgado, quien trabajó en estos espacios antes de especializarse, confirma: «Se acepta por necesidad, no por comodidad». En 2012 llegó a atender 40 pacientes diarios en Aragón, CDMX, ganando 1,200 pesos diarios, superior al salario público pero sin derechos.
Brian Cejudo, médico general egresado de la UNAM, atiende desde hace tres años en un local adjunto a una farmacia en la colonia Santa María la Ribera. Cobra 60 pesos por consulta y su ingreso diario ronda los 1,200 pesos, aunque sin garantía de clientes. «Entrar a una institución pública es difícil. Esto permite generar ingresos y experiencia, pero no es justo tras años de estudio», afirma.
Pese a que México tiene un déficit de médicos (2.4 por cada 1,000 habitantes vs. 3.5 promedio OCDE), el sector público no absorbe a los 17,500 egresados anuales. Es evidente las necesidas de la regulación en el mercado laboral médico y alineen formación con necesidades sanitarias, ante la ausencia de iniciativas gubernamentales para proteger sus derechos tras 15 años de crecimiento de este modelo.