junio 24, 2022
Hace unos días llego el estreno mundial de la película “Lightyear” los recuerdos de la infancia revivieron para muchos, las expectativas eran grandes y los infantes pensaban en el estreno con emoción, más allá de sí la película fue buena o no, una sola escena de tan solo 3 segundos basto para ser puesta en el ojo de todos y levantar la opinión pública sin control.
En tan solo segundos, la película se convirtió en un foco de comentarios que no hizo más que mostrar el reflejo de los prejuicios con los que aún vivimos, al grado de llegar a censurar la escena en muchos lugares, es impresionante como un beso tuvo la fuerza para derribar un frágil sistema, que reflejo el adoctrinamiento que seguimos viviendo, tal parece que un beso entre mujeres en una película animada, es mal visto porque “Puede confundir a los niños” quienes por cierto pasaron por alto la situación, pero en nuestro día a día, un beso entre mujeres es la fantasía de los hombres heterosexuales, es sumamente común, buscado, reproducido y compartido, porque entonces el sistema no es frágil para cumplir fantasías, pero lo es para darle paso al respeto de amar, visibilizar sin morbosidad o simplemente mostrar que el mundo no es la burbuja en la que queremos tener a los niños, quienes nos dan más lecciones a nosotros como adultos que nosotros a ellos.
Más allá del discurso del pecado que esto conlleva, es una situación de introspección, preguntarnos de forma consciente sobre aquellos privilegios que gozamos y que nos hacen juzgar un simple beso, uno sin morbo, pero lleno de amor ¿seguimos jugando a ser Dios para juzgar lo que está bien o está mal?
Lo que confunde más a un niño o niña, es el odio, el miedo, los prejuicios, son ellos quienes aprenden de nosotros, de nuestra tolerancia y el respeto con el que vemos al mundo, nosotros tenemos el poder de transmitir los prejuicios o erradicarlos, el mundo ya no es esa burbuja en la que muchas generaciones crecieron, el tiempo ha cambiado, ya no hay porque ocultar lo que nunca debió de esconderse, y no podemos dejar que un beso de medio segundo sea el motivo para que el frágil sistema del prejuicio, quiera censurar lo que es real, lo que existe y que no necesita del morbo para ser expuesto, dejemos la doble moral porque si van a juzgar un beso con un contexto sano, entonces pongamos atención de aquellos que se buscan en páginas nocturnas para complacer el privilegio de los que fingen asustarse.