enero 11, 2019
Enrique Ortiz*
La Catedral Metropolitana aparte de albergar los restos de un sin fin de sacerdotes también aloja los restos de importantes personajes de la historia de México. Entre ellos destacan José Vasconcelos, importante impulsor de la educación en nuestro país en la primera mitad del siglo XX. Sus restos se encuentran en la capilla de la Purísima Concepción, en el retablo norte bajo la representación de San Joaquín con la virgen niña. En la capilla de San Felipe de Jesús, primer santo novohispano, se encuentran los restos del primer emperador de México: Agustín de Iturbide, así como su trono. En la base que sostiene la urna con la osamenta real se encuentra el corazón de Anastasio Bustamante, quien solicitó como una de sus voluntades finales estar siempre cerca de su emperador.
La Catedral metropolitana es la segunda que fue construida en la Ciudad de México. Antes existió una Iglesia Mayor que empezó a edificarse a partir de 1524 bajo la atenta supervisión de Hernán Cortés. Su planta iba poniente oriente, contrario a la actual que va de sur a norte. Fue elaborada con tezontle y material proveniente del gran Templo Mayor de los mexicas el cual se ubica al oriente. Era de tres naves con planta de cruz latina y se ubicaba en el atrio de la Catedral actual. Aunque pocas imágenes quedan de este importante templo, su portada renancentista llamada “La puerta del perdón” aún se puede admirar ya que se encuentra en la entrada del templo de la Purísima Concepción o Jesús el Nazareno ubicada en la calle República del Salvador. Fue demolida en 1626-1627.
La Catedral fue construida tomando como modelo la de Salamanca. El responsable del diseño de la planta fue Claudio de Arciniega. Su construcción iniciaria en 1567 y sería acabada para 1813. En ella trabajaron 16 diferentes arquitectos. Tiene cinco naves, dos divididas en 14 capillas, otras dos procesionales y una central. Tiene 40 columnas, 74 arcos, 50 bóvedas y una cúpula, así como 178 ventanas y dos torres campanario de entre 60 y 64 metros de altura cada una. El peso de su estructura es de 127,344 toneladas, las cuales fueron sostenidas por 22,000 pilotes de madera que fueron utilizados a la usanza indígena, de la misma manera que se cimentaban los teocallis prehispánicos y las chinampas. Esto cambió cuando en la segunda mitad del siglo XX se sustituyeron con estrucuras de concreto hidráulico.
La peor tragedia que sufrió la Catedral Metropolitana fue la madrugada del 18 de enero de 1967 cuando un terrible incendio inició en el Altar del Perdón. Al parecer el origen del fuego fue un corto circuito. El retablo del Perdón proyectado por Jerónimo de Balbás en 1737 sufrió graves daños. Entre ellos se perdió un óleo de Simon de Pereyns del siglo XVI, que decoró la primera Catedral de la Ciudad de México, titulado la Virgen de las Nieves. Gracias a los trabajos de Miguel Ángel Soto Rodríguez el altar del Perdón fue restaurado, quedando como nuevo. Para 1974 fue consagrado nuevamente.
La Catedral Metropolitana alberga cientos de tesoros y piezas artísticas que tienen orígenes tan remotos como el siglo XVI. Una de las piezas más curiosas y antiguas que conserva es el Cristo del Cacao. Se trata de una escultura de pasta de caña modelada y policromada de inicios del siglo XVII. Adquiere su nombre debido a que en aquellos remotos años esta escultura era colocada en el atrio de la primitiva Catedral para que los fieles colocaran sus limosnas a sus pies. Sin embargo, los indigenas no contaban con monedas por lo que dejaban semillas de cacao. Actualmente se encuentra en la capilla de San José, donde se puede admirar.
*Divulgador y cronista de la Ciudad de México
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